Le ha tocado a Pepe Lomas, pero podríamos ser cualquiera de nosotros. Pepe Lomas, un librero jubilado de Ciudad Real,  con 77 años entonces, que vendría a representar la vulnerabilidad de una persona mayor que vive en medio del campo, en un costado del Parque Forestal de la Atalaya próximo a la capital. Cuando te haces mayor te vuelves más asustadizo, no falla. Vivir en una zona aislada aumenta esa necesidad de reforzar la propia seguridad. Todos deberíamos tener un ámbito de protección personal que nos asegure un mayor grado de seguridad sin incurrir en un tipo penal.

Enfrente aquella terrible noche se encontró con un delincuente habitual con decenas de antecedentes por hurtos y robos. Apuntaba algún medio de comunicación que quizá víctima de algún tipo de trastorno mental. En todo caso, también víctima de un sistema penal que hasta que no cometes un delito grave no considera necesario parar tu carrera criminal. Nelson David tenía en su haber 36 antecedentes en la Policía Nacional y nueve en la Guardia Civil. Un conocido en comisarías y juzgados, como tantos y tantos casos a los que estamos acostumbrados en España.

Según Lomas, ya habría denunciado en múltiples ocasiones allanamientos y destrozos en su propiedad que nunca habían hacer cesar estos comportamientos ni habían traído ante la justicia a ningún culpable. Por eso, esa noche en la Nelson David irrumpió en su propiedad con la intención de robar no tiró a matar, usó el arma simplemente para avisar. “Lo que quería era que ese bulto, si es que tenía dentro una persona, esa persona escapase por las portadas que estaban abiertas", dijo en el juicio que se celebró para finalmente condenarle a seis años de prisión por la muerte del ladrón.

A Pepe Lomas solo le han reconocido la atenuante de confesión y la  eximente incompleta de anomalía o alteración psíquica. Se reconoce la perturbación psicológica de la edad y de las circunstancias, pero no es suficiente para eximir al anciano de toda responsabilidad penal. Entre otras cosas porque no cumple con los bastardos requisitos de la legítima defensa, construida en el sistema jurídico español con unos requisitos que es imposibles que se den en la realidad de los hechos.

La proporcionalidad de los medios empleados para repeler una agresión exige que si te atacan con una sierra eléctrica, como fue el caso de Pepe Loma, emplees otra sierra eléctrica o una navaja. En estos casos, debemos ser más duchos que el agresor a la hora de tirar de cuchillo. ¿Esto es una broma? No es admisible. Además, en el ámbito rural de España la gente dispone de armas con el único fin de cazar. En ningún momento nadie se hacer poseedor de una escopeta de caza para utilizarla en defensa propia. Pero tampoco debería ser descabellado que quien dispone de este medio no lo utilice en defensa de la propia vida.

Por todo ello, desde Defensa Social reclamamos que se mejore la seguridad ciudadana tanto en el ámbito rural como en el urbano, asegurando una vida pacífica a todas las personas incluidas aquellas que por trabajo o por elección deciden vivir en zonas más despobladas. Para ello, consideramos necesario imponer penas de prisión a aquellos delincuentes reincidentes que acumulan antecedentes de delitos menos graves para evitar que sus recorridos criminales acaben en infracciones de mayor calado. Al mismo tiempo, sostenemos la necesidad de cambar el requisito de la proporcionalidad del medio empleado a la hora de la legítima defensa para permitir, caso por caso, que ante una agresión criminal, la víctima pueda utilizar en su defensa un medio de mayor contundencia y eficacia para repelerla. Solo así podremos obtener una vía accesible para tener más justicia en la defensa de nuestra seguridad.

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