El síndrome del ganador
Los tres intentos de renovación política que ha tenido España en los últimos tiempos han sido protagonizados por Podemos, Ciudadanos y VOX. Estas tres han sido y son las últimas esperanzas de regeneración del sistema en las que nos hemos podido de alguna manera apoyar los que todavía no hemos perdido del todo la esperanza de que la actual política española pudiese llegar a revertir de la situación lastimosa en la que desgraciadamente se encuentra. Por desgracia, cada uno de ellos parece el vivo retrato de un fracaso porque ninguno de ellos parece dirigido a tan alto fin.
Ni que decir tiene que tanto Ciudadanos como Podemos han sido dos experimentos frustrados que a duras penas arrastran su falta de dignidad y entusiasmo y a lo máximo que pueden aspirar en el momento presente es a subirse a un carro ganador que pase por su acera o montarse en el enésimo intento de construir algún proyecto ilusionante que concite de nuevo la esperanza en una parte del electorado. Si tal cosa no sucede, los centristas se tendrán que integrar en un Partido Popular cada día más descafeinado y los de la formación morada no serán nada más que una sigla a disolver en la Izquierda Unida perdedora de toda la vida. Ambas formaciones políticas no son más que dos juguetes rotos cuya máxima aspiración no deja de ser que alguien les encuentre acomodo en algún recóndito ropero a la espera de tiempos mejores.