Defensa Social no oculta un año más en esa festividad del 12 de octubre su inequívoca propuesta de estrechar los lazos fraternales que mantenemos con las naciones con las que en el pasado hemos estado de una manera u otra unidos. Forma parte de nuestro ADN y de nuestra acción política. Lo formulamos como un deseo de cara al futuro pero consideramos necesario que forme parte imprescindible de toda nuestra acción política. No entendemos nuestra posición de otra manera y así lo intentaremos demostrar día a día a todos aquellos que paulatinamente se van uniendo a nuestro proyecto.
Por ello, es importante poner en valor todos los 12 de octubre, como una fecha para hacer un alto en el camino y reflexionar si quiera sea unos instantes sobre el gran patrimonio cultural y social que hemos construido entre todos y las diversas maneras que tenemos de proyectarlo hacia el futuro en una gran unión de naciones vinculadas por innumerables vínculos de todo tipo. Desperdiciar este gran acervo sobre la base de poner el énfasis en aquello que nos separa y no precisamente en aquello que nos une no es más que un gran error que no nos podemos permitir. Esta es la conclusión a la que hemos llegado miles de ciudadanos hispanos y a la que queremos dedicar muchas de nuestras expectativas políticas. Por el lado de Defensa Social, aseguramos que así será.
De esta manera, ha sido muy provechosa la labor que autores como María Elvira Roca Barea y Juan Marcelo Gullo Omodeo han desarrollado recientemente, a un lado y otro del Atlántico, precisamente en la línea de desmontar la trama de "Leyenda Negra" que se ha cernido siempre sobre España y en pos de construir un relato más fidedigno de lo que la "Madre Patria" supuso en la conformación de la identidad de tantos países hermanos. A la lectura de sus respectivas obras nos remitimos, pero no nos resistimos a dejar de agradecer desde aquí el enorme esfuerzo intelectual desplegado y lo fértil que ha sido para tantos de sus lectores el encuentro con unas obras tan fundamentadas. Antes que ellos, los vascos Zacarías de Vizcarra y Arana y Ramiro de Maeztu y Whitney fueron precursores en desplegar nuestra Hispanidad sobre la realidad contemporánea, a diferencia de muchos que simplemente la delegan al terreno del viejo baúl de los recuerdos de la rememoración histórica. A todos ellos y a muchos más que vendrán, nos sentimos profundamente agradecidos por arrojar luz sobre innumerables sucesos históricos que nos han sido vedados y tergiversados.
España está en Europa y ello lo único que colma es una realidad geográfica. Ninguna relación tiene por qué ser excluyente. Pero España también está en la Pampa, en Guinea Ecuatorial, en Ecuador, en Filipinas o en Cuzco. Al igual que cada día que pasa más, un trocito de Cartagena de Indias, de Santiago de Chile o de Tegucigalpa está en Madrid, en Barcelona o en Valencia y a la inversa. Reducir España a Europa no denota más que cortedad de miras. Las convulsiones más extremas de esta globalización mal entendida han producido el curioso fenómeno de unir por la vía de la migración a los que realmente nunca debiéramos haber permanecido separados y hoy en las calles de Murcia, Santander, Gerona o Logroño disfrutamos de una comunidad de hispanismos difícilmente predecible no hace tanto años.
De sobra sabemos que el futuro en un mundo globalizado será cuestión de bloques. Está claro que para competir en igualdad de condiciones con grandes potencias como China o la India habrá que formar conglomerados de iguales dimensiones. No dudamos esta realidad, pero tampoco renunciamos a formar una gran realidad junto a todas las naciones con las que formamos la Hispanidad, un concepto cultural muy amplio, complementario y de suficiente entidad. Si el futuro del Mundo se va a jugar en una gran partida de grandes jugadores, no nos parece mal jugar englobados en un gran bloque llamado Hispanidad. Son nuestros compañeros de viaje naturales y si no hemos estado más unidos hasta el momento ha sido porque muchas circunstancias se han aliado para que ello no fuera así.