Desde Bruselas, el ministro Bolaños (PSOE) y el eurodiputado González Pons (PP) anunciaban hace unos días el ansiado pacto sobre la renovación del Consejo General del Poder Judicial y para la reforma de la legislación en la materia, contrapartida que conseguían arrancar los populares de los socialistas. Al final, el PP de Feijóo caía en la candidez de considerar suficiente la reforma de una ley como garantía de la independencia de jueces y tribunales, cuando este principio debiera venir recogido y articulado por nuestra Constitución.
Por otra parte, la “tutela” europea a la que se ha sometido todo este proceso en su fase final cuestionaba la imagen de España en el exterior al mismo tiempo que se traduce en una pérdida evidente de soberanía por parte de nuestro Estado de Partidos. Los españoles no somos capaces de solventar nuestras diferencias si no es con la ayuda de las instituciones europeas que velan para que consensuemos los asuntos más básicos. Sánchez le dio un ultimátum al PP hace unas semanas y ha transcendido que igual plazo le habían impuesto desde Europa al Presidente del Gobierno para presionarle a llegar a un entendimiento con el Partido Popular.
Y es que el lamentable desacuerdo de populares y socialistas ha producido un enorme daño en nuestro sistema judicial al mismo tiempo que ha mostrado muy a las claras las costuras de la inexistente independencia del poder judicial, cuestión espinosa que para nuestra desgracia colea desde la promulgación de la Constitución de 1978, culpable de no haber recogido en su seno los ineludibles mecanismos para garantizar en el gobierno de los jueces la autonomía de funcionamiento y la independencia de criterio a la hora de impartir justicia con visos de imparcialidad política.
El Partido Popular no tenía derecho alguno para bloquear la renovación del Consejo General del Poder Judicial “sine die”, esto es una realidad incontestable. Si quieres ser un partido del sistema debes respetar las reglas del mismo. Sin embargo, lo que no alcanzamos a comprender es la razón por la que justamente alcanza un acuerdo con el Sanchismo precisamente en el momento en el que el Presidente del Gobierno es encuentra en uno de sus peores momentos políticos. Precisamente, desbloquean esta situación cuando Pedro Sánchez empieza a tener problemas con la Justicia a cuenta de ciertas actividades poco claras de su mujer y de su hermano.
Desde Defensa Social sospechamos que esta última cesión de los populares solo se puede leer en clave partitocrática de salvaguarda del chiringuito por parte de los dos pilares partidarios sistémicos. Feijóo está esperando heredar el Gobierno de España cual meritorio para el cargo, por el mero desgaste del antecesor, pero no hará nada para mejorar la calidad democrático de un régimen en cuyas imperfecciones y corrupciones se mueven el PP y el PSOE como peces en el agua. Hacer lo contrario les supone arriesgarse a perder la privilegiada posición de casta política en las que los unos y los otros quieren seguir instalados. Y esto no lo quieren tocar de ninguna de las maneras. Les van sus privilegios en ello.