Un colegio madrileño,”Arcadia”, acaba de salir del programa bilingüe establecido en la Comunidad hace ya bastantes años. Es un síntoma del cansancio que este tipo de enseñanza produce en la comunidad educativa.
¿Cuál es el problema? Entre otras razones, se detecta que los estudiantes no desarrollan una buena competencia de expresión ni en la lengua extranjera ni en la suya propia. Los contenidos son impartidos por docentes que suelen ser expertos en la materia o no, y cuyo nivel de inglés cada vez es más alto, pero que no encaja con el de un nativo, todo ello en grupos excesivamente numerosos para un aprovechamiento real de esos contenidos. Por tanto, es una fórmula algo simple cuyos resultados no abocan a un dominio de la materia, las Ciencias Naturales por ejemplo, ni tampoco de la lengua, (el inglés de forma abrumadora).
El asunto surgió como imitación de prestigiosos colegios donde se impartía una formación llamada ”bilingüe”, que incluía elementos en su programa que realmente garantizaban que el alumnado adquiriese las destrezas curriculares y lingüísticas pertinentes. De ahí se intentó trasladar a un número de colegios, y posteriormente se popularizó de forma que la mayoría de los centros se convirtieron en bilingües, en virtud de diferentes programas auspiciados por la Administración correspondiente. Todo ello en colaboración frecuente con entidades relacionadas con la lengua inglesa, tales como el British Council y otras. La situación revirtió en una enseñanza ”low cost”, cuyos resultados no han sido los deseables en bastantes casos.
El dominio de dos o más lenguas no es algo sencillo, lo que le das a una no se lo quitas a otra necesariamente, pero en parte sí que es el caso. La enseñanza del idioma debe ser algo que el propio individuo interiorice y practique, no una simple promulgación de un decreto escolar. El uso fundamental de la lengua no es el referido a las asignaturas al uso, sino el que se produce en la interacción cotidiana de la vida real. Por otro lado, la lectura de literatura , prensa, ensayo, etc., también es muy provechosa para avanzar en el aprendizaje. Además, será necesario que exista una posibilidad de llevar los conocimientos a la práctica, que es el test definitivo de pericia en un idioma (tanto oral como escrito).
Cabe destacar que la moda, ya desde hace varios decenios, del conocimiento del inglés a toda costa, parece que a veces vaya destinada a la exportación de nuestros jóvenes al extranjero o a su colocación en el turismo, además del trabajo en el sector comercial. Al igual que con los nacionalismos periféricos, no creo que haya que obsesionarse con que el Gobierno se encargue de forma tan regulada de estos asuntos. Las Escuelas de Idiomas pueden ser potenciadas para ello, ya que son los centros especializados en esas enseñanzas.
Por otro lado y para terminar, no hay que olvidar que la expresión en español, tanto oral como escrita, y el conocimiento de la literatura y sus clásicos, no debe relegarse a un segundo plano, ya que además de un acervo cultural esencial es una fuente de afianzamiento de valores y sabiduría, junto con el resto de legados procedentes de otras partes del mundo, seleccionados con buen criterio. Un apunte final: mi padre, traductor de oficio y abogado, aprendió cinco idiomas sin asistir a clases formales de lengua, por su cuenta y riesgo. No dependamos tanto de los planes educativos, fomentemos el espíritu crítico y el afán de aprender, fundamentado en principios sólidos, materiales y espirituales.